viernes, 1 de febrero de 2008

Como un río


Hoy el recorrido ha sido dirección al río para ver un lavadero público, pero como pasa en esta ciudad vieja de siglos y a la vez tan joven y cambiante, puedes pasar mil veces por las mismas calles que siempre habrá algo nuevo y hermoso que te sorprenderá. El lavadero es un edificio al aire libre con dos cabezas de dragones como caños de agua. La luz parece que se vuelve madre o amante para, con dorada suavidad, que todo brille con especial hermosura. Nada sobra en este sitio. Todo es perfecto tal como es. Los nepalíes hacen que esta impresión se acentúe. Son amables, risueños, creativos y artistas en casi todo lo que hacen.
Llegando al río Bisnumati, sucio, negro, naranja de las caléndulas, el verde de los huertos en sus márgenes, tan muerto y con tanta vida en el. Pasó por lugares que siento son tan sagrados que hago constantemente pequeñas reverencias. A veces las hago a personas que te miran o hablan y logran que tu corazón se ría.

El día termino con una boda por todo lo alto, coche engalanado, banda de música, familia, lagrimas , risas y una chica, con su hijo o hermano en brazos, empeñada en abrirme el bolsito donde llevaba la cartea. Era guapísima pero no muy hábil en su trabajo, pues en todos los intentos solo lograba abrir la bolsita pero no sacar la cartera de cáñamo que me he comprado que incluso para mi es difícil de sacar. Lo más interesante del episodio fue que en ningún momento nació en mi sensación de miedo o inseguridad, todo lo contrario, lo vivi como un momento de consciencia perfecto, pues seguí haciendo fotos y a la la vez sintiendo todo el tejemaneje de la hermosa carterista. Esta vez no pudo ser.

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