sábado, 16 de febrero de 2008

Preparando Dheli

El día 18 volvemos a India. Comienza el regreso. Ahora puedo describir los días que pasé en Dheli y completar el círculo.
Pahargunj, donde todos los turistas con pocos recursos van a parar, zona hippy de toda la vida, donde se ven a los que fueron y a los nuevos que realmente no lo son. Viéndolo desde Katmanthú la India es mucho más espesa en color y situaciones. El viaje en taxi ya resultó una experiencia tántrica. Nunca te la pegas pero siempre piensas que te la vas a pegar. Vas pasando por la ciudad y ves a personas viviendo en todos los lugares posibles. Ropa semi-blanca tendida por todos lados, gente que cocina, defeca, duerme, pide, se lava, vende, medita y reza. Todo esto con vacas por todos lados.
Se ven muy pocas mujeres en la calle salvo en la zona moderna y nunca trabajando. En Nepal las hay en todos lados y en todos los trabajos, tienen poder y responsabilidad.

Aunque según mis compañeras que conocen India, Dheli no es representativa de este país enorme y muy diverso pero esa es la India que yo conozco.

La primera vez que te montas en un riksha, isocarro taxis, recuerdo el que tenia mi tío Juan pero hay acaban todas las similitudes y comienza un viaje por los secretos de la conducción temeraria. Aquí te compras un vehículo, aprendes a conducirlo a tu manera, y ya tienes carnet. Nadie te lo da pero es suficiente.
La gente se te acerca constantemente y te ofrece de todo, aunque a mi no me molestan mucho. No tengo mucho aspecto de guiry e incluso a veces creen que soy indio o nepalí cosa que me encanta.

La energía de India te llega de manera tan fuerte que pierdes la noción de tu yo por momentos, sintiendo de una manera meridiana que la realidad que vives es solo producto de la Maya y te disuelves, como azúcar o sal, en el agua de los ríos sagrados de este pueblo.

Hoy todos estamos nerviosillos por la vuelta y por no tener noticias de Jaime y Paco. Se fueron a Pokara para pintar y aún no han dado señales y encima no los podemos localizar. Seguro que no les ha pasado nada de nada pero aquí están sus cosas y tampoco sabemos que planes tienen.

jueves, 14 de febrero de 2008

Rudras por Lourdes

Lourdes se fue, a vuelto. Espero que el viaje haya sido lo más cómodo posible. Todos nos hemos quedado un poco mohínos. Es el recuerdo de la cercana vuelta. Tristeza por el fin de la aventura y melancolía por los tuyos. Aquí esas sensaciones no duran mucho, todo gira rápido para volver al inicio en el eterno sansara de la vida.
Por la mañana hemos estado en un Ashram, el Swami Pranabanad, dirigido por el Swami Rudranand. Pravat nos ha dejado acompañarle a una ceremonia especial, la bendición de unas rudras que aparecen en su huerto debajo del aguacate que un amigo le llevo de España. Yo he visto el aguacate, es un árbol hermoso y cargado de frutos con diferentes estados de maduración. La rudras son las lágrimas de Shiva. Me emocionó enormemente la ceremonia en al que nos dieron frutos secos y té con leche bendecidos y más cuando Pravat nos dio a cada uno de los presentes una rudra en un acto máximo de generosidad.
Después nos dirigimos al complejo de templos de Pashupatinath ,templo de Shiva. Allí Pravat y el Swami harán una puja que no podremos presenciar por las restricciones a los no hindús. Esta ceremonia estuvo dedicada a los malos tiempos que corren en Nepal. Este pueblo que es honesto, trabajador, artista, generoso, amistoso y miles de valores más, está sufriendo situaciones muy duras. La gasolina proviene de India a cambio de su electricidad y para que así sea no tienen más de 8 horas de electricidad al día, pero hay tan poca gasolina que tiene que esperar horas dentro de sus coches o con sus garrafas para los generadores, colas de kilómetros, duermen en los coches, puede que para nada. La escolarización no es obligatoria, no hay casi colegios públicos, los privados son caros o pertenecen a organizaciones de ayuda internacional. Con muy poco aquí se puede hacer muchísimo y solo hay que decidirlo.
Las adopciones de niños y niñas son muy abundantes sobre todo por españoles a los que se ven pasear por el hotel con sus estrellitas, felicísimos. En el almuerzo hemos coincidido con varios padres y madres con sus niños en un restaurante italiano, una escena me dio fuerte en el centro. Una preciosidad de niña de unos seis años, con una discapacidad psíquica, abrazando a su gran nueva madre le preguntó; mama, you love me?.

miércoles, 13 de febrero de 2008



Dakchhinkali


Dakchhinkali, su templo, Kali, la Diosa. Como madre de todo lo viviente es la única a la que nos podemos acercar y ofrecer nuestro sacrificio. Ningún templo hindú nos permitiría entrar en su corazón. A ella todos pueden acercarse pues a ella todos pertenecemos. Destructora de la Maya, que es la ilusión de la vida, la que acerca a la verdad divina, la destructora de monstruos, emanación de Durga y ella misma. Asociada a muchas diosas, Durgā, Párvati o Umā, Himavati, Bhavani (o Bhowani Devī), Satī, Rudrani, Chinnamasta, Chamunda, Kamākshi (ojos de lujuria), Menakshi, Kumarī. Inaccesible, solo Shiva puede aplacarla cuando se desencadena su forma más sanguinaria. Los tránticos la elevan a su nivel más alto como fin último de la sabiduría.
En una grieta de la montaña, a 28 kilómetros de Katmanthu, sobre una corriente de agua se encuentra su templo. Su representación es tosca y poderosa. Roja de la sangre de los sacrificios.
Compramos los “habios” para la ofrenda que nos dan dentro de un barreñito de plástico. Estos eran; un coco, un paño de tul rojo con flecos y bordados en dorados, una cajita de incienso, un manojito de hierbas, hilo blanco, un trozo de gasa manchada de rojo, un atado de rizos de papel aromáticos, polvos rojos y amarillos para la tica, arroz, cebada, cuatro candelas de cerámica, una bolsita con masa de arroz dulce, una cajita redonda y dorada cuyo lado es un espejo con un bindi rojo pegado, collares de jazmín amarillo y caléndulas, un peine y una pulsera roja de plástico. Con todo esto nos fuimos al espacio sagrado. El sitio tiene un poder muy grande y sin hablar, fuimos realizando el ritual llevados por la fuerza del sitio. Descalzos entramos en el recinto, el suelo helado y lleno de sangre. Como no llevábamos nada vivo que sacrificar nos pusimos al lado de dos chicos que habían ofrecido dos gallos que agonizaban en el suelo. Lourdes es la encargada de acercar el coco y los demás objetos a Kali. Hay un japonés que nos graba con su cámara, imagino que por lo exótico de nuestra presencia para el.
Cuando terminamos el ritual nos sentimos bendecidos por la Diosa, diferentes. Tanta muerte solo es posible donde hay mucha vida.
Recorriendo el espacio nos encontramos con una boda. Este día veremos muchas bodas. Los astros son propicios hoy para las bodas y todo el mundo intenta casarse dentro de su influencia. Hoy también se celebra en todos los centros de enseñanza del valle un festival en honor de Saravasti. Pero su hermana Kali nos pidio para ella.

lunes, 11 de febrero de 2008

Happy Losar


Happy Losar. Feliz año de la rata. El calendario tibetano esta basado en en el sistema lunar, el año tiene 360 días, con algunos días omitidos para hacer que corresponda con el menguante y el creciente de la luna. Un mes corto adicional se agrega a los doce meses cada tercer año para ajustarlo al calendario solar.

El año comienza con el Losar, que suele coincidir normalmente con el mes de Febrero, durante la Luna Nueva. Los meses lunares no tienen nombres, se llaman simplemente primero, segundo, tercer ...

Una semana se divide en siete días y los años son nombrados combinando los 12 animales del zodiaco con los cinco elementos que componen la vida; el metal, la tierra, el hierro, el agua y la madera para producir un ciclo completo de 60 años. Todos los elementos fueron enlatados en el taxi a Bodhanath como sardinas. Lourdes delante por tamaños y detrás, con los seguros bajados para no salir despedidos, María, Mely, Susana y yo. Tampoco era aconsejable abrir las ventanillas a riego de perder un miembro del equipo. Creo que hay un video por hay, Lourdes es la directora, en el que se nos ve perfectamente. Al final el calor hizo que saliéramos en estampida del taxi en el primer conato de atasco. También el color, la calle estaba llena tibetanos vestidos con sus trajes tradicionales y sus modernas interpretaciones. Que borrachera de sedas, brocados, joyas y gente guapa. En la Estupa habían abierto las puerta para las ofrendas, con música trántica, se arremolinaba ala gente en ella para ofrecer arroz, fruta y dinero. Yo también.

La fiesta consistió en música, comida, niños y belleza desparramada por todos lados. Según el concepto fiesta nuestro esta fiesta fue aburridilla, claro que no había alcohol apenas y si muchos monjes.
Cuando las necesidades apretaron nos metimos en el lujoso hotel y... entramos en otro universo, este musical. En el centro del hall un piano y un violonchelista tocando las piezas más románticas de la manera más sentidas, ensayando. Un punto de inflexión estética en solo horas que nos ponía a prueba. Superada.