jueves, 14 de febrero de 2008

Rudras por Lourdes

Lourdes se fue, a vuelto. Espero que el viaje haya sido lo más cómodo posible. Todos nos hemos quedado un poco mohínos. Es el recuerdo de la cercana vuelta. Tristeza por el fin de la aventura y melancolía por los tuyos. Aquí esas sensaciones no duran mucho, todo gira rápido para volver al inicio en el eterno sansara de la vida.
Por la mañana hemos estado en un Ashram, el Swami Pranabanad, dirigido por el Swami Rudranand. Pravat nos ha dejado acompañarle a una ceremonia especial, la bendición de unas rudras que aparecen en su huerto debajo del aguacate que un amigo le llevo de España. Yo he visto el aguacate, es un árbol hermoso y cargado de frutos con diferentes estados de maduración. La rudras son las lágrimas de Shiva. Me emocionó enormemente la ceremonia en al que nos dieron frutos secos y té con leche bendecidos y más cuando Pravat nos dio a cada uno de los presentes una rudra en un acto máximo de generosidad.
Después nos dirigimos al complejo de templos de Pashupatinath ,templo de Shiva. Allí Pravat y el Swami harán una puja que no podremos presenciar por las restricciones a los no hindús. Esta ceremonia estuvo dedicada a los malos tiempos que corren en Nepal. Este pueblo que es honesto, trabajador, artista, generoso, amistoso y miles de valores más, está sufriendo situaciones muy duras. La gasolina proviene de India a cambio de su electricidad y para que así sea no tienen más de 8 horas de electricidad al día, pero hay tan poca gasolina que tiene que esperar horas dentro de sus coches o con sus garrafas para los generadores, colas de kilómetros, duermen en los coches, puede que para nada. La escolarización no es obligatoria, no hay casi colegios públicos, los privados son caros o pertenecen a organizaciones de ayuda internacional. Con muy poco aquí se puede hacer muchísimo y solo hay que decidirlo.
Las adopciones de niños y niñas son muy abundantes sobre todo por españoles a los que se ven pasear por el hotel con sus estrellitas, felicísimos. En el almuerzo hemos coincidido con varios padres y madres con sus niños en un restaurante italiano, una escena me dio fuerte en el centro. Una preciosidad de niña de unos seis años, con una discapacidad psíquica, abrazando a su gran nueva madre le preguntó; mama, you love me?.

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